jueves, 15 de diciembre de 2022

De muertos y aparecidos Carlos Castagnini

Recuerdo haber leído “Kurp el terrible” cuando Carlos Castagnini aún vivía. Nada hacía suponer que poco después se iría de este mundo “como el que tiene las ropas incendiadas para alcanzar el fin” dice la poeta Rosario Castellanos y nos deja un vacío, que en el caso de los escritores, ocupa su obra y éste libro inédito que, hoy, tengo el orgullo de prologar aunque sea casi innecesario porque este libro está precedido por una obra consolidada y una vida al servicio de la literatura. Carlos Castagnini ha sido referente ineludible de todo narrador de la zona oeste, por aquellos años. Los cimientos de SADE OESTE se gestaron en el interior de su amplia y cálida casona de Morón, hoy desaparecida. Si tuviera que definir este libro en unas pocas palabras acudiría a un verso de Gloria Ghisalberti, qué al igual que éste de Carlos es póstumo y bien podría ser su epígrafe: “Audaz la gracia se posa sobre el horror”.

 Carlos no quiso tomarnos desprevenidos y nos lo avisó con la elección del título “De muertos y aparecidos”, muertos y aparecidos que emergen entre los intersticios de lo cotidiano, desde la penumbra de nuestros deseos insatisfechos.

 Un momento  de debilidad basta para llevar la vida a un infierno, no es necesario que se concrete para que los vientos de la venganza más descarnada lleguen o la vida se nos muestre con su cara más trágica. Nuestras acciones tienen sus consecuencias en esta vida, al otro cruzamos desnudos, ¿redimidos por el dolor? no lo sabemos, y es a ese otro lado que Carlos como gran narrador qué es, nos lleva y entonces, como bien señala Maupassant “Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto en el lugar que le corresponde”.


En el primer cuento “Sonata inconclusa” lentos y conmovedores fraseos musicales, diccionarios que cambian de lugar anuncian que no estamos en tierra conocidas; es entonces cuando uno puede escuchar la melodía que interpreta Lisse con el oído del descreimiento o disfrutarla con los sentidos a flor de piel. Ella aparece y desaparece para tocar una melodía que también desaparece pero sabemos que fue real porque deja una azucena disecada.

En esas zonas se mueve Carlos Castagnini desde su primer libro “30 cuentos breves argentinos” e irá abriendo, cada vez más, esas puertas que otros prefieren pasar de largo, diría Goethe. Y es ahí, justamente, en esas zonas “que iluminan la muerte” donde su pluma centellea, en el corazón de nuestros miedos.




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